Cory Arcane, la bailarina disidente

Por Arturo Moya


En un año menos prolífico que el anterior en cuanto a techno de calidad se refiere, es de buen recibo que David Letellier, el hombre que se esconde bajo Kangding Ray, acelere su proceso creativo para que el 2015 no pase inadvertido en este género. Y lo hace publicando en el día de hoy -a través del sello Raster Noton, como no- una obra conceptual en fondo y forma con nombre de mujer: Cory Arcane.


Poniéndonos en antecedentes previos, hay que recordar que este artesano, como se considera a sí mismo, ya editó el año pasado uno de los mejores discos de la temporada Solens Arc. Dividido en cuatro partes diferenciadas, cada cara del doble vinilo describía un arco. En ellos abrazaba la oscuridad, los sonidos industriales y se alejaba completamente de sus comienzos más luminosos, aunque bien balanceados con viajes sintéticos dando como resultado una mezcla con mucha clase y un estilo muy personal.

En Cory Arcane sigue la estela de su anterior álbum en cuanto a su sonido impecable y particular que le caracteriza. Esta vez lo hace sin divisiones, tratando de contarnos la historia y la evolución de una chica que no encaja en el sistema y de cómo el baile la llenó de energía aunque fuese rechazada en las compañías debido a su estilo poco ortodoxo. Con esa energía recorre las fronteras de la sociedad y el exceso en busca de la liberación, para acabar deleitándose observando el caos que la rodea mientras escucha música sonriendo satisfecha.


“Con el principio del disco, se nos invita a descubrir el desequilibrado mundo de Cory”

La presentación de Cory a través de los dos primeros temas 'Acto' y 'Dark Barker' ya muestra el balance del que hablaba antes. Mientras que en el primero saca su lado sensible aderezado con unos graves profundos, el segundo es duro y áspero. Inmediatamente baja el ritmo con “Brume”, que quizá se vuelve un poco pesado en su atmósfera oscura y lenta haciéndonos perder la curiosidad que incita al principio del álbum.

Por suerte solo se trataba de la calma que precede a la tempestad, cuyo nombre es 'These Are My Rivers'. Uno de los mejores tracks del álbum, con un ritmo trepidante durante cinco minutos, acompañado de sonidos afilados nos acuchilla y nos hace desear escucharlo bajo luces estroboscópicas para después frenarlo, dándonos un respiro en un paisaje sonoro intrigante y tranquilo, que nos deja con ganas de seguir con la historia de la señorita Arcane.

“Fragmento de 'These are my rivers'”

Lo que sigue a ese bombazo es el punto débil del disco y lo que parece menos trabajado. Son 3 temas 'Safran', 'Burning Bridges' y 'Bleu Oscillant', que seguidos acaban haciendo la escucha un poco cargante con su techno oscuro e impecable pero fatigoso. Aun así hay un momento que brilla, la segunda mitad de “burning bridges”, que nos transporta a esa hermosa decadencia con la que se fascina la protagonista.

Para finalizar la historia el disco nos reserva lo mejor que tiene, 'When We Were Queens' y 'Sleepless Roads'. El inicio de esta conclusión es un tema tranquilo nostálgico y hermoso, ideal para viajar a otro mundo sin necesidad de una nave. Muestra el lado más sensible y cálido de un artista que nos llevaba hasta hace un momento de la mano por la oscuridad. Para terminar, retoma los beats y el ritmo desenfrenado de 'These Are My Rivers'. Pero en vez de ser cortante, “Sleepless Roads” es más ácido y amable, para poco a poco ir creando otra atmósfera marca de la casa que nos abandona con un bajo con 3 notas y dejándonos con ganas de más.


“Fragmento de When we were Queens”

En definitiva, es un gran disco pero en la opinión de un servidor no llega a superar a su anterior LP. Quizá si hubiese seguido con su ritmo pausado de álbum cada 3 años habría salido mejor, ya que la parte central del disco parece un poco vaga. Aunque no lo deja incompleto, solo con la sensación de que podría haber dado más viendo los magníficos principio y, sobretodo, final de la evolución de esta bailarina que no se amolda.

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