La resistencia continúa fluyendo

Crónica de la noche en la que Depth Charge y Víctor Santana comandaron la militancia en  Mondo Disko

Quizá el término noche histórica o legendaria le quede demasiado grande pero el pasado domingo 8 de noviembre fue una noche para recordar por todos los presentes en Mondo Disko. Los asistentes fueron testigos de un hermanamiento entre dos ciudades separadas por un océano pero unidas por una concepción musical única con el Techno como elemento que puede cohesionar la sociedad. Cornelius Harris micro en mano desde Underground Resistance fue el que ejerció de notario dando fe de la unión de Detroit y Madrid con un solemne y sentido abrazo a Víctor Santana cuando el de Carabanchel se disponía a encarrilar la última parte de una velada donde el Techno fue ley. La única ley.


Hay que incidir en que la fecha era bastante arriesgada para que todo saliese a pedir de boca. El lunes era festivo en Madrid capital y entre las múltiples propuestas de diferentes promotoras, los que no habían vuelto de sus escapadas y la gente que trabajaba el lunes en cualquier otro municipio de la Comunidad podían hacer que Mondo rindiera a medio gas. Pero se dieron esas combinaciones mágicas en las que parece que todo encaja. El público, en su mayoría, sabía a lo que iba porque si te gusta el Techno y tienes a la cúpula de Underground Resistance con Mike Banks y Mark Flash en tu ciudad, haces el esfuerzo de ir de empalme al curro al día siguiente. Ellos sí que son unos artistas históricos, legendarios y escurridizos que gracias a las conexiones entre el sello Chaval Records y UR fueron las que propiciaron su paso por la capital española. De ahí que el sobrenombre de la fiesta implicara a ambas disqueras con sus Capitanes Generales en primera línea de fuego.

Santana como anfitrión fue quien disparo primero. La fiesta estaba dividida muy inteligentemente en un Dj Set introductorio del madrileño que remataría con una hora de directo para dar paso a Depth Charge (Mad Mike y Mark Flash) y cerrar la fiesta a lo platos con el artista local de nuevo a los platos. La primera parte fue un tanteo en la que el de Carabanchel intentaba no pasarse de la raya en cuanto a intensidad y con un ojo constante a la pista con la tensión propia de saber si la gente correspondía. Apostó por un Techno que no escatimaba en melodías al estilo Ian O'Donovan en ciertos tramos. No era el momento de la crudeza en su primer envite con una labor a los CDJ a modo de preámbulo para lo que tenía ideado a continuación con las máquinas situadas a su derecha.

Con la pista de Mondo repleta hizo el cambio de formato y si antes daba la sensación de un león estudiando la situación en busca de su presa, su paso al formato directo (el cual se ha ido adaptando a herramientas digitales con un laptop con Ableton como secuenciador para no llevar el 50% de su estudio a cuestas) se desató la bestia en su faceta más energética y cómplice con el foso bailongo. Acompañado de Alex Huelves como teclista desarrolló un directo que se compuso en su mayoría en su discografía pasada, presente y futura aunque con guiños a la ciudad del Motor con una versión pasada por su filtro del mítico 'Good Life' de Inner City.


A tesón, actitud positiva e implicación, tanto con su música como con el envoltorio con el que se la ofrece al público, pocos le ganan y en ese aspecto, además de la ejecución donde no paraba de moverse en una interacción constante con sus aparatos, no tuvo rival. Como le está ocurriendo últimamente en sus EP´s hace sombra a los nombres gordos que le acompañan y esta fue la sensación que dio en todo momento. Quizá para algunos gesticule demasiado (que si puño en alto, air keyboard, caras de orgasmo mientras pellizca knobs, bailes caribeños estilo Copacabana, estreñimiento en los temas oscuros) pero le sale todo natural por la pasión del momento porque se mimetiza con lo que muestra. Transparencia artística al 100% porque lo que ves es lo que hay. Y sacó todo su repertorio musical dejándose el alma en cada beat.

Porque para solemnidad ya estaban Depth Charge, que no movieron un músculo de su rostro de principio a fin de su actuación. Por razones lógicas de espacio, el montaje de su set up no fue en cabina sino detrás de ella, en el lugar de los reservados más caros de la Sala Cocó. Eso hizo que la conexión con el público fuera más H que 4G. Mike Banks estaba a los mandos de un teclado y unos sintes mientras que Mark Flash era el encargado de pinchar con los CDJ y Tracktor además de hacer percusión. A ver, a música no les gana nadie con tan solo tirar de repertorio de UR, pero siendo justos en cierto modo fue como quitarles gran parte del aura romántica que tienen a su alrededor. Si hay que poner en balance el trabajo del dúo Flash es el que se lo curra y Banks es el que pasa por ahí marcándose algún detalle manipulando filtros y osciladores, a veces hasta toca las teclas, pero poco más. Aunque se nota que el proyecto Depth Charge está aún verde porque hubo alguna que otro fallo de coordinación entre ambos.


Quitando esta desmitificación, su actuación en términos estrictamente musicales, rayó a gran altura de lo que uno se puede esperar de UR. Su comienzo fue electrizante y marciano con sonidos Electro puros y duros para continuar con 'The Final Frontier' y en cinco minutos ganarse a todos. Los picos de locura colectiva fueron cuando entraba en acción Cornelius Harris y desde cabina como púlpito comenzaba a interactuar con el público. 'Transition' puso en órbita al personal y a partir de ahí el dúo comando los designios con pulso firme con un Techno clásico con el pasado como referente pero sin miedo a mirar al futuro del género. Tuvieron su guiño a Chaval Records en la recta final y cerraron por todo lo alto con un 'Jaguar' como marcha nupcial para sellar el matrimonio Madrid-Detroit con un entrañable Harris que volvió a tomar el micro dejando claro el mensaje de paz, amor y alma en un castellano bastante apañado.


Con el éxito impepinable de la noche en el bolsillo -con mucha más afluencia a esas horas de lo que sería un jueves normal- Santana tomó el relevo con una actitud mucho más relajada y desenfadada. Momento de brindis al aire pero, ahora sí, con una música mucho más cruda y zapatillera porque la cabra siempre tira al monte. Totalmente liberado de responsabilidades fue con el estoque bien afilado para rematar la faena, con Detroit siempre presente, con temas como 'Never Grown Old' de Robert Hood o 'Blackwater' de Octave One, que fue a la postre el último con las luces encendidas. La conclusión de la noche es que si la resistencia sigue fluyendo, ha encontrado en Madroit una base perfecta para continuar con la militancia.










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