Y Dixon dominó en el parque

Crónica del arranque de la tercera temporada madrileña de Brunch In The Park


Steffen Berkhahn. Con él empieza y acaba todo lo ocurrido el pasado domingo 23 de septiembre en el comienzo de las cinco fechas que les espera al público madrileño en el regreso de Brunch In The Park. Dixon para los amigos del mundo clubbing fue el gran reclamo de esta inauguración por todo lo alto de las fiestas dominicales en el Parque Enrique Tierno Galván que volvió a llenarse con casi 7.000 almas que bailaron al son del creador del sello Innervisions. Sí, el berlinés acaparó prácticamente todo el protagonismo pero no fue lo único a destacar. En Brunch también sucedieron más cosas.

Para empezar hay que hablar de lo que supone esta vuelta de Brunch In The Park a la capital tras una segunda temporada que se tuvo que celebrar entre junio y julio del año pasado y de la que todavía nos entran sudores de pensar en aquellos calores. La organización va mejorando y en esta edición más allá de los elementos básicos de una fiesta tales como sonido y servicios, hay que destacar unos cuantos puntos positivos. El primero es su lucha contra la LGTBfobia y los acosos estableciendo un punto de denuncia y unos protocolos de actuación junto a la Asociación Arcópolis. El segundo es su implicación con el vecindario de Arganzuela para que el festival se integre en la vida del barrio y que no sea una molestia. Una idea inteligente que tiene como principales medidas la entrada gratuita a las familias del barrio, un 50% de descuento a los que no son padres aún, un teléfono de atención si hay molestias por el sonido e incluso la contratación de parados del barrio que supone un 10% de trabajadores de su plantilla. El concepto Compromiso como binomio del eslogán de esta edición no es un brindis al sol.

La otra mitad de ese eslogán en Alegría y desde luego que en Brunch también se cumple a rajatabla. En esta tercera edición la fiesta se ha asentado como un plan ideal al aire libre para disfrutar de los últimos coletazos de buen tiempo y sol del verano y parece que el público se lo toma al pie de la letra como si de un festival se tratase. Los outfits del variopinto tipo de público que se da cita en este evento así lo atestigua. Cada uno con sus mejores -o sus más estrambóicas- galas y una actitud completamente hedonista, desinhibida y feliz hace que en el ambiente flote un buen rollo constante. Algo que siempre se agradece.

Algo que me llama poderosamente la atención es la diferencia entre el público dependiendo de las horas. Y no hablo de las familias siendo Madrid es en la que más familias acuden a primera hora. Un servidor entró prácticamente a las cinco de la tarde y si bien había bastante gente en los alrededores del parque con la Policia Municipal jugando al gato y al ratón con los grupos que querían hacer el botellón previo, dentro del recinto de Brunch -que apenas llenaba la pista y la única parte de sombra de las gradas estaba bastante cotizada- el público mayoritariamente era extranjero. Ir a pedir una cerveza a primera hora y que todo el mundo en la barra hable inglés es algo bastante insólito en Madrid ¿por fin nos estamos internacionalizando? Hablando de barras, el sistema de pago vuelve a ser el tradicional -pedir, pagar, beber- nada de tarjetas cashless tan criticadas en la primera edición.


Lamentablemente solo vi los 10 minutos finales de un Trikk que se estaba desenvolviendo con la elegancia habitual de sus trabajos tanto para Innervisions como para Pets Recordings. Fue pedir esa primera cerveza y el portugués cedió su turno a la alemana tINI que lidiaba con una pista que ya estaba bastante animada y que si querías bailarla debías bajar al barro puesto que la PA dirigidas a la grada del anfiteatro no estaban siendo utilizadas.

La berlinesa Tini Guenther digamos que ofreció un set correcto pensado para hacer bailar desde el minuto cero. Todo pinchado con vinilos y metiéndose al público en el bolsillo con un primer tema con vocal latina que, para qué nos vamos a engañar, estaba muy chulo. El problema de esta alemana bastante asociada a la crew de Loco Dice y cia es su gusto por poner tracks de bombo continúo uno tras otro para regocijo de los que iban con química en sangre pero bastante inane para los de oído más sibarita. Ataviada con una divertida camiseta de un smiley bajo con la palabra "piccante", cuando su discurso bailongo discurría por tracks más ácidos, más noventeros y más houseros de tradición americana su set desde luego que se hacía más interesante y mucho menos previsible que cuando optaba por un tech-house algo ramplón y simple. Y es una pena que no desarrollara más esa pequeñas píldoras -como cuando puso un tema que parecía una canción de Alaska- porque refrescaban tanto como el zumo de cebada.

El público capitalino decidió entrar en la última media hora de tINI, cuando por fin pusieron en marcha la PA de las gradas y poder valorar un sonido que se escuchaba bastante bien si estabas de frente pero no tanto en los laterales de las gradas. Y ahora sí, a las siete de la tarde con el parque lleno -una odisea pedir en barra, ya fuera la normal o la VIP- fue el turno de un Dixon que se presentó en modo dominante quizá sabiendo que Madrid no suele ser una de las ciudadas que más suele visitar.

Nunca unos fallos técnicos, que hicieron que se cortara la música un par de veces en el primer tema que pinchó el berlinés, vinieron tan bien. Con un recinto a reventar y con ganas de fiesta ese incómodo silencio tuvo dos consecuencias: el primero fue olvidar todo lo anterior con lo que Dixon pudo empezar con lo que quisiera y el segundo fue poner al público ansioso de bombo y música, así que en cuanto se solucionó ya todo fue sobre la marcha.


El hombre de los pijamas se puso a los mandos de la mesa rotatoria y desarrolló un set que fue puro sonido Innervisions para bien y para mal. Si eres fan de este sello las tres horas de Dixon te supieron a gloria, si eres de los que necesita una marcha más quizá tras hora y media se te podía atragantar. Desde luego que el que suscribe está en el primer grupo. El alemán estuvo imperial en el sentido que no se traicionó en ningún momento y se le vio disfrutar en cabina teniendo su punto de complicidad con un público que no en pocas ocasiones levantaba los brazos al aire.

La sesión de Dixon estuvo repleta de sugerentes melodías y cierto tono melancólico en sus atmósferas a medio caballo entre un house puramente electrónico y un techno a bajas revoluciones cuando se ponía más percusico. Muchos temas ID como es habitual recurriendo a vocales en puntos clave como el temón que puedes escuchar aquí abajo.


También tuvo tiempo para momentos más cósmicos como cuando puso 'Static Puddles' de Muui o cierto toque ochentero con el divertido 'Assault On Precint 13 (Just Do It! Remix)' de Workout Club que utilizó en la recta final de una actuación que desde luego sació a los presentes por las caras de felicidad y de desconexión que se veían. Seguro que el lunes no serían iguales. Para eso habrá que esperar al próximo domingo con una nueva cita de Brunch. 


_____________
Fotos: Brunch

Comentarios