Monegros Desert Festival 2025, el desierto vibró una vez más

Por Fabiola de la Torre

Bajo un sol abrasador y un cielo que parecía fundirse con la tierra, el Monegros Desert Festival 2025 volvió a convertirse en epicentro de la electrónica mundial con una edición que combinó potencia sonora, innovación artística y espíritu rave en su forma más pura. Más de 50.000 asistentes se dieron cita el pasado 26 de julio en el desierto aragonés para vivir 22 horas ininterrumpidas de música, repartidas en 13 escenarios por dónde pasaron más de 150 artistas. Pero hubo uno que se robó todas las miradas (y oídos): el escenario 240, el nuevo templo del techno acelerado, donde el beat nunca bajó de revoluciones y los sets alcanzaron niveles de intensidad pocas veces vistos.

El escenario 240, ubicado en una zona más aislada del recinto, funcionó como un imán para los amantes del techno más rápido y abrasivo. Con un diseño industrial, pantallas verticales y luces estroboscópicas envolventes, el ambiente era crudo, agresivo y absolutamente magnético. Allí se vivieron algunos de los momentos más intensos del festival, como el F2F entre Andrés Campo y Adrián Mills, un duelo de titanes que transformó el set en un diálogo explosivo. Campo, veterano y residente de Monegros, aportó la solidez y el groove, mientras que Mills trajo la energía fresca de una nueva generación. Lo suyo no fue solo un intercambio de tracks, fue magia, que hizo vibrar a miles de cuerpos cubiertos de polvo.

Otra de las joyas del escenario de Awakenings fue el B2B entre Rødhåd y Fadmo Mohem, que se convirtió en uno de los sets más comentados del festival. La fusión del sonido berlinés oscuro y profundo de Rødhåd con la agresividad y contundencia percusiva de Mohem generó un viaje sonoro implacable, donde el techno mutaba en capas, texturas y tensiones que explotaban sin previo aviso. El set se alargó más de lo previsto por aclamación del público, en una muestra de conexión artística y complicidad técnica pocas veces vista en directo.

Pero no todo fue velocidad. En el Corral, la presencia de Laurent Garnier ofreció un contrapunto poético y emotivo. Su set, cargado de house, techno melódico y elegancia francesa, fue un viaje emocional que cruzó décadas de historia electrónica. Garnier, siempre carismático y comunicativo, saludó a un público que lo ovacionó como a un profeta. Su selección cuidada y su impecable narrativa musical ofrecieron un respiro dentro del caos, un momento de comunión y baile introspectivo bajo la luna.

Cerca del amanecer, Héctor Oaks se encargó de cerrar la Techno Cathedral con un set arrollador. A vinilo y con su estilo crudo, ácido y acelerado, mantuvo el nivel de intensidad al máximo, a pesar del agotamiento visible en el público. Pero nadie quiso abandonar la pista. Su selección fue una declaración de principios: música para resistir, para romper límites físicos y mentales, para celebrar el éxtasis colectivo que solo puede ocurrir en un lugar como Monegros. El cierre final corrió a cargo de Indira Paganotto. La psy-mama hizo historia al convertirse en la primera mujer española en cerrar Monegros Desert Festival pero a pie de pista había algo de división por su selección al querer contentar a todos. Sabía dónde estaba y el papel que le tocaba y, a la vez, no quería traicionarse a sí misma y a su sonido que le ha llevado dónde está. La sensación de quedarse en tierra de nadie flotó en el ambiente. Eso sí, la ovación final no se la quitó nadie.

La edición 2025 del Monegros Desert Festival confirmó que, en medio del polvo, el calor y la locura, la música sigue siendo un refugio y una trinchera. Como hemos comentado al principio, el escenario 240 fue el símbolo perfecto de ese espíritu radical: sin concesiones, sin pausas, sin filtros. Solo beats, polvo y sudor. El desierto volvió a rugir una vez más. ¡¡Larga vida a Monegros Desert Festival!!

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@Fabiola de la Torre