Enric Palau, Ricard Robles y Sergio Caballero dejan la dirección del festival, François Jozic desde Brunch Electronic será el nuevo CEO
El emblemático festival Sónar, que comenzó en 1994 como referencia de música electrónica, creatividad y cultura digital en Barcelona, inicia una nueva era. Ayer se confirmó que sus tres fundadores históricos —Enric Palau, Ricard Robles y Sergio Caballero— se han desvinculado completamente del evento. La salida se produce tras 32 años de trabajo al frente del proyecto, durante los cuales asumieron tanto la dirección creativa como ejecutiva del festival.
Aunque ya no eran los principales accionistas —la mayoría de las acciones fue vendida a Superstruct Entertainment en 2018—, mantenían una implicación significativa en la gestión. A partir de este momento, el CEO del Sónar será François Jozic, fundador de Brunch Elektronic, quien hereda el liderazgo ejecutivo.
El cambio llega en un momento convulso. La edición de 2025 del Sónar estuvo marcada por la crítica pública hacia el fondo de inversión KKR, que adquirió Superstruct (propietaria del festival) y fue señalado por presuntos vínculos con asentamientos en territorios palestinos ocupados. Estos vínculos provocaron protestas y boicots: más de treinta artistas cancelaron su participación.
A pesar de estas cancelaciones y de la controversia, el festival cerró su 32ª edición con 161.000 asistentes, unas cifras récord que superaron en 7.000 personas la edición de 2024.
Ventura Barba, otro nombre que formaba parte del equipo directivo y socio asociado, continuará temporalmente hasta final de año para facilitar la transición.
Además, el Sónar 2026 marcará otro hito: se celebrará íntegramente en la Fira Gran Via de l’Hospitalet de Llobregat, debido a las obras de remodelación en Montjuïc, que hasta ahora albergaban buena parte de la programación de día.
En un comunicado conjunto, Palau, Robles y Caballero han expresado su gratitud hacia el equipo, las comunidades creativas, la ciudad de Barcelona y el público por su apoyo durante estos 32 años. Han afirmado iniciar esta nueva etapa “con ilusión” y su deseo de que el festival “siga proyectándose con éxito hacia el futuro".
Este cambio no solo supone un relevo generacional en la gestión del Sónar, sino que plantea interrogantes sobre cómo mantendrá su identidad, independencia artística y responsabilidad ética en un contexto empresarial globalizado y en crisis de representaciones políticas, culturales y sociales.

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