El artista barcelonés presenta un álbum sin ataduras, una fiesta electrónica que mezcla géneros con actitud punk y espíritu rave
PurP!, el manufacturador sonoro barcelonés que defiende que “lo raro es bueno”, publica por fin Purpurina, su primer álbum: una obra libérrima y descarada editada por el sello mallorquín Mödular Kollektv. El disco es una celebración de lo extraordinario, una invitación a mirar lo diferente como fuente de creatividad, y no como algo ajeno o incómodo.
El propio artista compara Purpurina con “una pizza cargada de fantasía”: una mezcla juguetona de géneros electrónicos —electro, house, techno, breaks, funky— cocinados con purpurina y servidos con una actitud marcadamente punk. Su filosofía es clara: frente a una sociedad que empuja a la homogeneización, PurP! reivindica la esencia, la libertad y la autenticidad como forma de resistencia cultural.
El álbum ha sido creado sin prisas, a conciencia, buscando un sonido propio a través de herramientas constantes y una narrativa íntima. PurP! defiende que solo tiene sentido crear si hay algo real que contar, y esa intención late en cada beat analógico y cada traza modular del disco. La mezcla final evoca tanto una rave noventera como un club punk neoyorquino, reflejando la crianza musical del artista en espacios DIY donde la libertad es la regla.
Los temas del álbum muestran un universo sin límites: desde la crítica social envuelta en techno y trance de Too Much Reality hasta el electro pop punk de Smashed Feeling. Hay homenajes personales (Another World), explosiones rave (Fun Monters), psicodelia filtrada (Doquier), y hasta un guiño ácido y kitsch al imaginario punk (Red Pill).
Purpurina no busca complacer a la pista, sino contar una historia propia. Es la afirmación rotunda de que lo diferente, cuando es honesto, puede brillar con más fuerza que cualquier moda. PurP! lo tiene claro: la libertad también tiene banda sonora.

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