La importancia del concepto

Crónica del 981Heritage Son Galicia con unos excelsos Mouse On Mars y uno de los cierres más desangelados que se recuerden

Ha pasado una semana de la primera edición madrileña del festival 981Heritage celebrada en la Nave de la Música en el Matadero de Madrid. Os aviso que ya he escrito una crónica sobre el evento en Beatburguer así que intentaré no repetirme al narrar lo ocurrido. Que fue mucho y muy variado.


Lo primero que llama la atención de 981Heritage es que se trató de un festival diurno. Todo comenzaba a partir de la 13:00 con Jeremy Greenspan de Junior Boys en formato dj. Un festival para madrugar un sábado por la mañana. Lamentablemente un servidor no lo hizo y no solo me perdí al canadiense, sino que también no pude disfrutar de la cantante Erika Spring ni al jefe de Hyperdub, Kode9.

Lo bueno de este tipo de festivales tan especiales, además de la arriesgada apuesta musical, es el ambiente que se respira. Un clubbing selecto pero muy heterogéneo donde se percibe un público de todo tipo y condición pero musicalmente adulto. Y nos tenemos que congratular en lo que podría considerarse una propuesta minoritaria ya que, si bien a primeras horas no hubo mucha gente, en el concierto del cabeza de cartel sí que se vio una Nave de la Música a rebosar pero sin agobios. El lunar del evento fue el sonido y el orden de programación de algunos artistas que deslucieron una idea brillante.

Cuando accedí al Matadero ya estaba un Actress en cabina haciendo las delicias del personal, a pesar de un sonido sin fuerza, a base de glitch y techno marca de la casa. Música animada para un público animoso (sobre todo en una primera fila) llena de acólitos de Darren Cunningham. Nunca llegaré a saber si el británico estaba pinchando, sin trampas, o haciendo algo de live porque no utilizó los cascos en ningún momento. Al menos su actitud delante de su laptop no era la de estar revisando mails o entrar en páginas guarras. En todo caso el público gozaba, aunque para mí fue demasiado duro para las horas que eran, pero es lo que me pasa por no madrugar…. 

Con los que no había ninguna duda que estaban sudando la gota gorda trabajando cada uno de los temas que escupían sus cacharros fue con los irlandeses Solar Bears en un búnker donde hacía un calor propio de una sauna. Pero eso no fue óbice para no parar de bailar su particular house cósmico y energético. Bravo por ellos. 

De vuelta a la zona principal se subieron al escenario entre vítores los alemanes Mouse On Mars. Eran el plato fuerte de esta cita de electrónica de vanguardia y lo sabían. Un público totalmente entregado al IDM y música abstracta de Andi Toma y Jan St. Werner que les perdonaron su flojo comienzo con algún pequeño fallo técnico incluido. A cambio lo que recibieron fue una progresión de una música cañera con un colofón que fue una locura. La gente quería zapatilla y eso fue lo que obtuvieron. Y todo ello con un sonido potente e impecable, salvo un baffle que una conocida cantante y actriz de voz susurrante intentó solucionar de forma cómica.


Faltaba finalizar por todo lo alto. La adrenalina estaba a tope y se necesitaba un final digno que por desgracia no tuvimos. Y aquí si que voy a hacer un copy-paste de mi crónica Beatburguera para que sepáis el sentir general del cierre de Hype Williams:

"Un broche de oro que se convirtió en broche de hojalata cortesía de Hype Williams. No se me entienda mal: la música que facturan el británico Dean Blunt y la rusa Inga Copeland es buena. Su disco Black Is Beautiful, que presentaban, mola y tiene rollo. ¿Lo recomendaría para cerrar un festival donde la gente, no es que quiera más zapatilla, es que la necesita de forma vital? En absoluto.

No puedes dejar a un público extasiado y con ganas de más en manos de una pareja que se casca un directo a base de capas y más capas de atmósferas sin unos platillicos, unos bombos, no sé… un algo de contundencia. Entre eso y el incesante humo, que no paraba de salir del escenario para convertir a la pista de baile en el Londres victoriano de Jack El Destripador, se produjo la desconexión total entre público y artista. Cada uno a su bola. Uno con sus sonidos oníricos y otros preguntándose donde verían el clásico y el partido del Atleti. El ejemplo más gráfico de esto es cuando en un momento de parón musical no se produjo ni el más mínimo silbido o aliento dirigido al escenario. Hasta el propio Blunt acabó harto de tanta indiferencia y se largó del escenario de malos modos unos 15 minutos antes del cierre oficial, y eso que empezó con algo de retraso por problemas en las conexiones en los micros. Ahora es cuando uno echaba de menos la música de Actress, con o sin sync."

Quitando ese fallo de programación que pudo dejar un mal sabor de boca no hay que permitir que los árboles nos impidan ver el bosque. Porque a todas luces fue un evento del que, esperemos, podamos volver a disfrutar en otra edición. La capital necesita de estas propuestas diferentes para amantes de la música electrónica. La intención es lo que cuenta.

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Fotos y vídeo: Electrónica & Roll

Comentarios

Robertinho ha dicho que…
Gran crónica. La mejor que he leído hasta ahora.

Vente al de Coruña, verás lo que es bueno. :)

Apertas máximas, me quedo leyendo tu blog.