El otro baile de Clark

Así vivimos su visita a Mondo Disko


A toda esa gente que hoy nos lee desde Barcelona y alrededores, esta crónica va dirigida a vosotros. Este relato de la actuación de Clark el pasado jueves en Madrid dudo mucho que importe a más del 15% del público patrio que acudió a la sala Cocó con la intención de disfrutar del británico. Va para vosotros, els nostres amics catalans, porque tenéis la oportunidad de resarcir a este hombre esta misma noche en el Festival Mira. Y es que por más que algunos promotores intenten dar un paso más allá de lo establecido en la música de baile, el público madrileño a gran escala (el que sale y se deja las pelas) sigue siendo un adolescente desbocado en busca de noches frenéticas donde discursos musicales como el de Warp son residuales y solo importan al freak musical, a los medios especializados y a los guiris más acostumbrados a estas lides. Algo que ni mucho menos es censurable, en nuestro particular ADN clubbing, somos así y se acepta. Pero da como resultado que artistas como Clark pasen sin pena ni gloria por una capital europea. Seguimos sin estar maduros.


La noche era de perros con lluvia y chiribiri incesante. Todos conocemos las infernales colas de Mondo para acceder antes de determinada hora y así ahorrarte una entrada que no es precisamente barata (cosa lógica por otro lado para pagar cachés de los artistas que traen a esta sesión de club). La organización tuvo el detalle con la prensa de habilitar una entrada para evitar esas esperas. Se nota que desde que han puesto a una persona específicamente a cargo de la comunicación, las cosas con los medios fluyen más y mejor. Pero la sorpresa llegó cuando a las 2:00 no había ni rastro de tumulto en la calle.

Acceso rápido, limpio e indoloro. Sala completamente desangelada. Parecía que la noche iba a pintar en bastos pero mientras Gerardo Niva y Alex Guerra hacían un warm-up de claro tinte technero, la cosa se iba animando con un incesante goteo de gente, mucha con acento british. La del acento cañí en su mayoría estaba a otra cosa pensando que quien iba actuar era otro Clark, también británico pero de apellido acabado en e. La música de los residentes podría dar pie a ello con una selección que incluyó la remezcla de Ben Klock al 'Virton Upgraded' de Ignacio, el 'Mercy' de Juxta Position y alguna producción de Robert Hood. A los Borderline se les tiene algo de gato porque a veces se pasan de revoluciones cuando la ocasión no lo requiere, pues esta vez estuvieron muy acertados y sobrios, lo cual es de agradecer.


Mientras los residentes realizaban su set, los técnicos de Clark se preocupaban de que todo estuviera en orden. La cabina tenia un velo negro casi imperceptible para dar juego en el show visual. El set up del británico se componía, hasta lo que nos alcanzaba la vista, de una mesa de directo con chorrocientos canales, un moog, varios pedales de efectos con un blanco que le supuso mil y un quebraderos de cabeza, un mac para secuenciar y suponemos que varios sintes. Y entonces, se puso a los mandos para presentar su excelente disco homónimo publicado este mismo mes. Del correctísimo techno de Borderline, nos fuimos a las atmósferas warpianas de un productor que bebe de Richard D.James y Autechre.


Su directo en Mondo Disko dio lo que prometió. Y Clark fue desgranando Clark poco a poco con un punto más rudo para ir animando al personal con dobles bombos que penetraban como cuchillos si estabas en una pista que finalmente presentó buen color. Un auténtico espectáculo ver como interactuaba con sus máquinas mientras construía los temas. También hubo un punto cruelmente cómico gracias a su lucha constante con un pedal de efectos blanco que le daba problemas de conexión. Llego un momento al final de su directo en el que le empezó a propinar golpes tan fuertes que parecía un tercer bombo. En cuanto al público, la música de Clark calaba siempre que la cabra tiraba al techno y al jungle, pero en los tramos más reflexivos, melódicos, pausados y que el artista adornaba con efectos, la gran mayoría parecía desconectar hasta que llegara el siguiente momento percusivo en lugar de hipnotizarse.


Algunos aplausos finales por un live perfectamente ejecutado en una de las actuaciones que mayor despliegue técnico se han visto en Mondo y que no sabemos hasta qué punto se llegó a entender por parte del respetable (¿si hubiera actuado un sábado esta percepción hubiera cambiado? Nunca lo sabremos). Porque una vez que se volvieron a poner los residentes a los CDJ, volvió el Techno de siempre (temas de Mark Broom y cía). Retiraron la tela negra de la cabina al mismo tiempo que la gente se quitó la careta para comenzar el baile que estaban esperando. El que reconocían.

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