Fastlane de Benedikt Frey, seductores bailes mutantes

El alemán lanza su segundo trabajo de larga duración en ESP Institute



Benedikt Frey es de esos artistas electrónicos con un aura especial que emanan personalidad y que es esquivo a la hora de poder de categorizarle dentro de un estilo concreto. Del mismo modo en el que no existe una carreta que siempre sea uniforme, que haga que un viaje en coche no sea monótono y pase por diferentes etapas (rectas en las que puedes acelerar, curvas, retenciones, posibles cambios en el tiempo que incidan en la conducción etc), su carrera se podría asemejar a esa metáfora. Algo que ha decidido explotar en Fastlane, su segundo álbum que se puso a la venta la semana pasada.  

Para entender su inquietud hay que recordar que el alemán viene de  1987; un interesante mini-álbum lleno de deconstrucción que, sin quitarle méritos, a mi particularmente se me atragantó. Ahora ha vuelto a su casa, el sello norteamericano ESP Institute dirigido por Lovefingers donde ya editó hace 6 años su primer trabajo en largo en solitario, para presentar su concepción de la música de club donde el techno a bajas pulsaciones y muchos mimbres ácidos marcan una pauta ideada para bailes mutantes entre neones. 

Fastlane es un conjunto de 12 cortes repartidos a lo largo de un doble vinilo en el que Frey se desata. Primero con un ‘Habits’ a modo de un ritmo roto y unos pads cavernosos de aura misteriosa que nos introduce en el mundo nocturno que nos dibuja el productor. No hay que esperar mucho para que el teutón pise el acelerador con el track que da nombre al disco. Un elegante ejercicio de techno ácido donde la contundencia no está reñida con la elegancia. Conduce con potencia y sobriedad. Nada de excesos innecesarios. El viaje continúa con reminiscencias tranceras en ‘Crank’ y se recrudece con ‘Move Me’ que cuenta con la voz de Nadia D’Alo, unas líneas de bajo sintéticas abrasivas y unos patrones percusivos juguetones y más duros que los clavos de un ataúd.  

Precisamente en esa cara B encontramos mas metamorfosis sonoras como son ‘Solver’, un electro alienígena, y ‘Element’, una especie de dub tenebroso que suena realmente orgánico. 

El segundo vinilo se abre con ‘Gasoline’ que funciona como un decálogo de intenciones de lo que es la música de Frey donde todo lo escrito hasta ahora parece que se mezcla en la producción que es la piedra filosofal del sonido de este productor. Con ‘Industry’ no deja lugar a la duda de su pericia para hacer que te pueda embrutecer el rostro con un techno lisérgico de atmósferas opresivas y vocales fantasmagóricas para acto seguido demostrar su gusto por un sonido de patrones ghetto house y electro en ‘Trick Shot’. Un tema tan simple como dinámico. 

La recta final se encara con ‘Silverblade’ en la que tiene la segunda colaboración del disco con O Wells donde explora territorios de la bass music con mucha soltura. El matiz oscuro e hipnótico no lo abandona en ‘Lost Again’ pero siempre hay un atisbo luminoso para relajarnos y hacer que este viaje tenga un final feliz y muy satisfactorio con la etérea ‘1337’.

El conjunto de Fastlane es una obra para descubrir con sorpresa la capacidad que tiene Benedikt Frey para adaptarse a cualquier estilo dejando patente que sabe dotar de su propia alma a cada producción que realiza. Su crudeza no está reñida con la sofisticación para buscar la manera de ofrecerte los bailes más mutantes de este verano.


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