Cala Mijas 2023, un cierre perfecto del verano

La segunda edición de un festival donde se las gozó hasta Pedro Sánchez 



Cuando las cosas salen bien, a veces, las segundas pueden ser más complicadas que las primeras. Hay que revalidar las buenas sensaciones y eso siempre implica poner el listón más alto para que el crecimiento continúe en una línea ascendente. En ese sentido Cala Mijas puede ponerse a la altura de El Padrino 2 o El Caballero Oscuro al superar a sus antecesoras, si nos ponemos en términos cinematográficos.  Este festival, que en un principio parece haber nacido como si de una especie de hermano del mítico BBK Live se tratase, ha conseguido asentarse con una segunda edición que deja unos números para sacar pecho con más de 110.000 almas pasaron durante los tres días del festival celebrado en Sonora Mijas, superando lo conseguido hace un año. Algo se mueve al sur.  

El éxito que ha logrado la organización se traduce en una experiencia muy satisfactoria por parte del asistente. Es un festival que llama a la transversalidad de públicos de diferentes nacionalidades (mucho británico como es obvio pero también bastante italiano y francés) y provincias a nivel nacional (por ejemplo bastante gente del ambiente clubbing madrileño nos dimos cita por allí) e incluso generacional. Todo ello provocado por una propuesta musical muy ecléctica con más de 70 artistas programados que navegaban por diferentes estilos y géneros. Del indie a lo urbano pasando por la electrónica. Aunque no se le escapa a nadie que este evento tiene su target bastante focalizado en un público adulto (treintañero en su mayoría) y no cabe duda que para contentar(nos) uno de los atractivos debe ser la comodidad. En este apartado, otro sobresaliente. 

Cala Mijas es un festival, ante todo, cómodo. Llegar al recinto no supone mucho tiempo andando desde la propia Cala y la organización disponía de diferentes lanzaderas para llegar a otros puntos más alejados como el pueblo o Fuengirola. Además todo el servicio de taxis y VTCs funcionaba muy bien. A eso se le suma que apenas había que esperar demasiado para pedir en barra, salvo cuando se acababa la cerveza en alguna, la oferta gastronómica era de lo más variada y áreas de descanso más que necesarias. También había agua gratuita y los baños estaban bastante limpios para lo que suele ser este tipo de festivales tan masificados. Todo esto son condicionantes que te incitan a repetir lo vivido porque cuando no hay problemas se genera una gran atmósfera entre todos. Allí se estaba para disfrutar, ¡y vaya si lo hicimos!

La Caleta, the place to be!

Tras el madrugón del viaje, el acomodamiento, conocer la zona y una acreditación algo accidentada (a veces la tecnología le da por no funcionar) entramos a un recinto que era una gran explanada donde se situaban dos grandes escenarios a cada lado, (Victoria al sur y Sunset al norte) y uno principal en frente de la entrada y entre medias de ambos (Sunrise). A la derecha de este, una zona de descanso y acceso a una parte de los foodtrucks con unas escaleras que te llevaban a otra zona de más oferta gastronómica. Hambre no se iba a pasar. Sed tampoco con la disposición de tantas barras. 

A la izquierda del escenario Sunset, el más pequeño de todos, había una senda que en ligera cuesta te indicaba que se llegaba a La Caleta. Un espacio entre vegetación concebido a imagen y semejanza de lo que es Basoa, con bola de espejos incluida, y lugar para contentar a los amantes de la electrónica de baile. Vamos, el principal reclamo para tipos como el que está aporreando el teclado ahora mismo. Un sonido excelente para que te rompa el pecho y no los tímpanos que se colaba constantemente en otros escenarios, como el principal, pudiendo arruinar los momentos intimistas de otros conciertos. La vida es dura como los bombos que allí resonaban. 

La italiana Budino estaba en los últimos compases de un energético dj set para dar entrada a uno de nuestros MUST del festival: el directo de James Holden. El de Exeter venía para presentar su reciente disco Imagine This Is A High Dimensional Space of All Possibilities, su particular concepción de la esencia rave y la búsqueda del trance. Acompañado por su inseparable Camilo Tirado a la percusión y un saxofonista comenzó a desgranar un disco en el que parece que le vuelve a picar el niki para gustera de sus fans de toda la vida. Empezó bien potente con algún guiño a anteriores trabajos ('Renata' iba a sonar sí o sí) y acabó con las revoluciones más bajas, haciendo el recorrido inverso que hizo por ejemplo en su paso por Madrid en mayo. Su viaje a través de arpegios sintéticos imposibles mereció la pena igualmente.  


El relevo lo tomó un Nicola Cruz bastante expeditivo en formato dj set. Aquí no había momento para su champeta house. Era jornada inaugural y había que celebrar con un house bastante rabioso. En ese momento recordé que Arcade Fire, uno de los cabezas de cartel, tocaban en el escenario principal. Allí que fui a bichear pero no sé si fue que estaba en un lugar con la visión regulera (y no quería meterme en el barro) que no llegaba a conectar Win Butler y Régine Chassagne (y mira que lo estaban dando todo con el público). También me llegaban cantos de sirena desde La Caleta para volver, y finalmente retomé el set de un Cruz que estaba en una línea acidorra y que poco a poco sí que iba sacando su vena más chamánica con la que se le puede asociar. 

Acto seguido llegó un Prosumer que probablemente realizó uno de los mejores sets del festival. Se adaptó perfectamente al contexto y convirtió La Caleta en una discoteca hedonista a base de un house profundo y directo, con la contundencia necesaria y los momentos de respiro exactos. Sabiendo cuando apretar las tuercas y ofrecer momentos de éxtasis. Achim Brandenburg dio con la tecla con la veteranía que se le presume.

El otro gran plato fuerte fuera de este territorio era el concierto de Moderat en el escenario Victoria. Allí estaba el grupo berlinés creando gran expectación pero ofreciendo un concierto bastante ramplón con un setlist basado principalmente en su álbum MORE D4TA que publicaron el año pasado y que no ha tenido la acogida entusiasta de sus tres anteriores trabajos. Eso es algo que pesó porque son canciones que no están aún demasiado arraigadas. Ellos mismos son conscientes y no tardaron en tirar de algún clásico como 'A New Error' para animar e involucrar al público. También hay que hacer mención a las quejas de Sascha Ring por las luces del escenario Sunrise (al otro lado del festival) en el concierto de VVV [Trippin'you] que supuestamente molestaban y que el propio grupo madrileño dio cuenta en Twitter del ojo de halcón del frontman alemán. En fin, el concierto seguía sin que ocurriera nada especial hasta que cerraron con 'Bad Kingdom' (coreado por todo el mundo) y a tirar millas. 


Resistí la tentación en forma de bombo que venía desde La Caleta para cerrar el chiringuito la primera jornada. Hice caso a la razón (guardar fuerzas y no marcarme un 24h sin dormir) y no al corazón. Al día siguiente me comentaron que el set de Cormac fue uno de los grandes highlights de este jueves 31 de agosto. A maldecir mi estampa por primera vez durante el fin de semana. 

¡Viva Nápoles! 

Un descanso propicio para ir a por todas en el segundo día de festival. Que se puede resumir en tres nombres propios: Nu Genea, Palms Trax y Pedro Sánchez. 

Reconozco que entré más tarde de lo que pretendía y fui directamente a donde tenía que haber ido a última hora de la noche anterior. En La Caleta estaba un Yung Prado apretando las tuercas al personal. No me había pedido la primera cerveza y ya estaba más que animado con el guateque que estaba montando el DJ y productor barcelonés que lucía una estética bien bakala. Fiesta por fiesta con mucha algarabía a ritmos vertiginosos. Cero problemas para hacer tiempo para, y no me escondo, el gran motivo por el que un servidor no quería perderse este festival: el concierto de Nu Genea con su banda al completo.

Lucio Aquilina y Massimo Di Lena eran Les enfants terribles de la época minimalera y de adultos se han reciclado en los máximos exponentes y regeneradores del sonido disco napolitano más sintético. Cada uno al extremo del escenario Sunrise, con sus sintetizadores, y entremedias músicos y una imperial Fabiana Martone como cantante. Todos nos trajeron puro sabor mediterráneo. Desgranaron su segundo LP Bar Mediterráneo, que es de lo mejor que se editó en 2022, y decidieron comenzar con una da las canciones más destacadas de dicho álbum, 'Vesuvio'. Se podría haber acabado ahí ese concierto y ya me hubiera parecido lo mejor del festival. Pero no, la cosa continuó a unos niveles de gozadera donde la banda conectó al instante con canciones como 'Marechia' o 'Tienaté'. Ya el éxtasis colectivo llegó con un final de concierto donde, después arrancarse con un blues de no te menees, cerraron con 'Je Vulesse' haciendo con nosotros lo que quisieron. Los mejores con mucha diferencia. En el fondo me compadezco de los que prefirieron ver a Lori Meyers en lugar de descubrir a los napolitanos, que armaron una conga tan literal como espontánea. Sigamos manteniendo el secreto porque en pocos años serán protagonistas de escenarios principales. Al tiempo.


 

Mientras asimilábamos lo vivido, había que coger sitio para ver a unos The Strokes que lideraban el line-up del viernes. Entonces saltó la sorpresa: Pedro Sánchez estaba por el festival. El Presidente es conocido por su gusto musical indie y como el Pisuerga pasa por Valladolid, y al día siguiente tenía mitin en Málaga, pues se las quiso gozar. No le culpo. ¿Quién no hubiera hecho lo mismo?  Imagino que se lo pasaría pipa con un Julian Casablancas bastante taciturno y a su rollo. Ya se ha escrito mucho sobre el concierto de la banda americana que visto desde fuera, y de un tipo que no es que haya seguido su trayectoria precisamente, da la sensación que tocan juntos a regañadientes porque no les queda otra. Desconectadísimos unos con otros, todo lo contrario de lo que habíamos vivido en el escenario de al lado. 

La solución para retomar el pulso al asunto era volver a La Caleta. Allí estaba una sorprendente y resolutiva Saoirse. Muy british ella, tirando de house, techno y breaks de manera animosa y con cierta coherencia. Momento a destacar cuando pinchó una versión de 'Obsesión' de Aventura a ritmo de UKG que entró bien fresquita. Notable alto y si lo llego a saber me hubiera ahorrado tiempo con The Strokes. No así con un Call Super del que, sinceramente, esperaba mucho más. Ni fui a ver a M83, ni a Underworld por disfrutar del británico que parecía no dar con la tecla correcta dando varios tumbos y a veces pasándose de densidad. No me moví de La Caleta por dos motivos: estaba muy a gusto cuando se vació un poco la pista y tenía la esperanza de una remontada que no llegó hasta la última media hora de su set que fue cuando encontró el camino del house. Más vale tarde que nunca pero yo maldije mi estampa por segunda vez; debería haber visto a un Karl Hyde que para los años que gasta sigue igual de energético.

El cierre sí que fue de 10 de la mano de un Palms Trax que supo leer la pista de baile desde el minuto uno con una mezcla entre un house animoso con pegada con mezclas discoides vocales bien engrasadas. Mucho groove y diversión con guiños al pasado.  El reflejo de los lásers en la bola de espejo en ese pinar tan mágico creaba una atmósfera realmente envolvente que se dinamitó cuando sonaron temas como el clásico 'Don't you want me' de Felix y el 'Dark & Long' de Underworld como colofón del viaje que el bueno de palmsy nos dio para volver con dolor de piernas y espalda pero sonrisa en la boca. 

Midsommar con Florence

Aunque el cansancio ya hacía mella, la tercera jornada fue la más madrugadora. Había riesgo de lluvias y como al día siguiente había que volver tampoco era plan de comernos los altavoces. Somos gente con una edad que nos hemos aburguesado. También fue el día de los outfits extremos. Mijaschella se dividía entre elfas y hadas con flores en la cabeza en honor su diosa Florence y looks más transgresores de los seguidores del tótem de la modernidad y la vanguardia como es Arca. Luego estaba la gente básica que prefiere la comodidad de las pintas de un gañán, donde me incluyo sin disimulo alguno.

En esas que entré para ver los momentos finales de José González. Propuesta minimalista de cantautor: taburete, guitarra y voz para llenar el escenario Victoria. Un contraste quizá necesario aunque no pegue ni con cola en un festival así de batallero. Muy bonito y emotivo, todo hay que decirlo pero aquí se venía al lío.


Eso se traduce en ir a La Caleta para tomar nota de uno de los grandes descubrimientos del festival. Tom VR hizo un set brillante. Sabiendo manejar a la gente con clase y elegancia en la mezcla. Le conocía previamente de sus trabajos como productor y ese punto ensoñador no lo pierde tras la mesa de mezclas y los CDJ pero un punto más de crudeza. Supo llevar a la gente mientras el sol iba cayendo y sinceramente creo que ha sido su pasaporte para que empecemos a ver a este artistas por clubs de diversas ciudades en España. Atentos a su carrera.

En este último día iba un poco a la aventura y a ver por donde me dejaba caer. Quizá Duki no tuviera el mejor público para su show, la media de edad iba claramente en su contra, pero no se puede decir que el espectáculo del trapero argentino no tuviera fuerza y vigor. Otra de las sorpresas positivas del festival.

No tan sorpresivo fue el directo de un Axel Boman con el que ya nos deleitamos en Paraíso el año pasado pero que el sueco va mejorando e incorporando elementos como un saxofonista regordete y barbudo además de un amiguete que daba vueltas por el escenario y a veces le daba por tocar claves. Ataviado con un sombrero campero, y junto con sus dos colegones, la estampa era propia de El Gran Lebowski. Aún así, desarrolló un directo que en su tramo central se pasó de hipnótico. Aunque a mi me valía, era entendible que bastante gente no le pillará el punto y buscara otra cosas. Luego remontó en animosidad e incluso en oscuridad rescatando una versión de 'Purple Drank'. Cuando la cosa se ponía interesante, se acabó. Pelín coitus interruptus pero aquí se banca a Boman. 

Y llegó el momento de coger posiciones para ver a Florence + The Machine. Un concierto, el último de su gira, que casi no llega a producirse por una operación que le hizo cancelar bolos previos. Pero allí estaba la pelirroja ataviada con un vaporoso vestido y con una legión de fervientes seguidores con flores en la cabeza en las primeras filas. Cuando bajaba para estar en contacto con ellos era como una experiencia mística y casi religiosa. Como si la deidad eligiera a la reina del verano. Puro Midsommar pero con canciones bien bonitas y potentes de una Florence con un chorrazo de voz y de energía sin parangón. Y muy emotiva y emocionada cada vez que se dirigía al público. Gocé con su versión de 'You ve Got the Love', boté con 'Dogs days are over' y me daba cierta risilla cuando hablaba de manera tan dulce y suave como si fuera el Sr. Burns y nos dijera que nos trae la paz. Que, por cierto, hizo que nos diéramos la paz entre hermanos como en misa. Un conciertazo para sanar el alma, la primera la de la propia cantante. 


Pero nada de esto tiene que ver con música electrónica así que retorné a una Caleta en los últimos compases del b2b entre Ketiov y Moxie que fluía a la perfección dando el empuje necesario para que acto seguido llegara un I.Jordan dispuesta a no hacer prisioneros ni dar un minuto de respiro a base de un hard-dance más duro que el pan de ayer. Sesión para embrutecer rostros, perder kilos a base de sudar y morir con las botas puestas porque además la lluvia aún no había hecho acto de presencia como decían las previsiones.

Pero bueno llegó el turno de The Blaze que tras estar brincando como un loco con I.Jordan la propuesta de los franceses se me hizo pura gaseosa, motivo por el que maldije mi estampa por tercera y última vez. Que no se me entienda mal. La electrónica que hace esta dupla es muy elegante y digerible. Está pensada para gustar a mucha gente, motivo por el que comandaban el escenario principal, pero yo no estaba en ese mood de disfrutar de temazos como 'Eyes' o 'She' como debería haberlo hecho porque mi mente seguía excitada con los zambombazos de I.Jordan. Aguanté por aguantar y viendo que el viento y el cielo ya empezaba amenazar con la lluvia, lo más sensato fue plegarse con 'Territory' para despedir el verano con un cierre perfecto que la organización promete volver a ofrecer del 29 al 31 de agosto del año que viene. Allí estaremos si el cuerpo aguanta.


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Fotos:  Óscar L.Tejada, Sharon López y Judit Naess (cedidas por la organización)

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