Seis artistas emergentes en un VVAA que mezcla géneros y que sus ganancias serán destinadas al Fondo de Ayuda a la Infancia Palestina
Duality Trax es el sello comandado de Holly Lester y continúa su misión de encontrar el equilibrio dentro de la industria, cerrando las brechas de género y ampliando los límites de la música de club contemporánea. Su próximo EP será el segundo volumen de su VVAA Visions en el que volverá a poner la mirada en seis artistas tanto emergentes como establecidos que están dejando su huella dentro más allá de sus respectivas ciudades. Un trabajo en el que encontraremos desde techno profundo y dubby, hasta breaks infundidos en trance pasando por un jackin house nostálgico, jams bañadas en ácido crujiente, sonidos progresivos deformantes y drum and bass futurista. Todo ello con una intención solidaria ya que el El 100% de los beneficios de la compilación se donarán al Fondo de Ayuda a la Infancia Palestina.
Abriendo este EP que verá la luz el próximo 8 de diciembre encontramos a Stevie Cox desde Glasgow como residente de esa institución de música de baile como es Sub Club. 'Sandalphon' es su primer trabajo en solitario ofrece una hipnotizante malla de sintetizadores etéreos y programación dinámica de batería, similar a los sets cuidadosamente construidos que la han hecho popular en la escena escocesa. Stones Taro, una fuerza pionera detrás de la evolución de la escena electrónica de Kioto, aporta su toque característico a 'Iron Door' en una amalgama sonora entre UKG, breaks y house. El productor australiano en ascenso DAWS sirve en 'Early Desire' una mezcla nostálgica de acordes ensoñadores con percusión jacking y bajos impactantes en un tema que derrocha diversión. Por su parte, Gallegos y su pericia en el uso de samples aboga por una composición de ácido crudo y crujiente con un tono pesado pero también muy mental. 'Once More One More' es para ponerte en órbita y cerrar los ojos.
El sonido de Planet Euphorique llega de de la mano de emkay, conocida también por publicar en Craigie Knowes, con 'One Kiss Wonder' que se configura como una exhibición que altera la percepción de sintetizadores deformando sonidos a los que les acompañan, voces luminosas y un juego de percusión diseñado para engancharte y no soltarte. Una psicodelia bien entendida. El final llega a base de drum'n bass a manos de un joven Body Clinic que con '159 Revolutions Per Minute' deja muy a las claras sus intenciones.
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