Barry Can't Swim, firma un viaje íntimo y bailable hacia la soledad

El productor escocés publica Loner en Ninja Tune




Barry Can’t Swim confirma por qué es uno de los nombres más estimulantes de la música electrónica contemporánea con la publicación de Loner, un álbum que  ve la luz en Ninja Tune. A lo largo de doce temas, el productor escocés despliega un viaje íntimo, rítmico y sorprendentemente versátil, que amplía los contornos de su sonido sin perder nunca de vista la pista de baile. El disco arranca con fuerza gracias a 'The Person You’d Like To Be', un tema que sintetiza perfectamente su propuesta: house melódico, percusiones cálidas y una atmósfera expansiva que invita a dejarse llevar.

La evolución de Joshua Mainnie, nombre real del artista ha sido palpable en los adelantos que ya habían encendido la expectación de sus seguidores y de los que no lo somos tanto. 'Kimpton' y 'Cars Pass By Like Childhood Sweethearts' funcionan como cápsulas de nostalgia onírica, donde sintetizadores vaporosos y samples etéreos construyen paisajes que remiten a recuerdos difusos y veranos interminables. Por el contrario, cortes como 'About To Begin' y 'Different' suben las pulsaciones sin miramientos; en directo, ya son himnos que garantizan manos en alto y sudor colectivo.

Más allá de los sencillos, Loner brilla por su capacidad para equilibrar la euforia clubbing con momentos de introspección. Barry Can't Swim demuestra un pulso maduro para jugar con capas y texturas, logrando que cada canción respire y tenga espacio para desplegar su propio relato. Hay momentos de house clásico, toques de jazz y pinceladas de downtempo que revelan una paleta más rica de lo que podría anticiparse en una primera escucha.

El cierre, 'Wandering Mt. Moon', es una muestra de su ambición artística. Aquí, los ritmos se disuelven en un tapiz sonoro casi cinematográfico, dejando al oyente con la sensación de haber recorrido un trayecto muy personal, como si cada beat estuviera conectado a una confesión íntima. 

En un panorama saturado de propuestas electrónicas que a menudo se pierden en la fórmula, Barry Can’t Swim entrega un álbum coherente, fresco y profundamente humano. Este LP no solo ratifica su talento como productor, sino que lo consolida como narrador de emociones a través del ritmo. Tal  es así que el propio artista interpreta seis temas del disco en diez minutos, tocándolo todo en directo de principio a fin, en una sesión en solitario.


En definitiva, es música para bailar con los ojos cerrados, para recordar viejos amores o para perderse en la madrugada sin miedo a estar solo. Un disco que confirma que, a veces, la soledad puede ser la pista de baile más expansiva de todas.

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