El segundo álbum de la artista rusa ve la luz a través de Galaxiid
Después de más de una década de silencio discográfico, Ishome —la artista y productora rusa Mirabella Karyanova— regresa con Carpet Watcher, un segundo álbum publicado en Galaxiid, el subsello de трип. Esto destaca porque es la primera vez que Nina Kraviz no ha ido querido escarbar en el tiempo para darnos un ejercicio de arqueología musical de hace 30 años, aquí ha apostado fuertemente por una compatriota contemporánea que no encontraba el espacio ideal en el que publicar su nuevo material, aunque este llevara grabado más de un lustro.
Procedente de la remota ciudad portuaria de Najodka, Ishome siempre ha tejido su música con hilos de lejanía y contemplación, rasgos que la convirtieron en una figura de culto tras su debut Confession (2013). Aquel disco, convertido en clásico underground, dejaba entrever un universo delicado: texturas ambientales, ritmos sumergidos y una emoción silenciosa que sigue latiendo, una década después, en este nuevo trabajo.
Carpet Watcher fue terminado en 2018, pero permaneció inédito hasta ahora, como si hubiese esperado pacientemente su momento de emerger. Esta pausa prolongada parece coherente con la forma de trabajar de Ishome: sin urgencias, ajena a modas o demandas, construyendo un mundo suspendido en el tiempo. El álbum transita entre beats viscosos y melodías espectrales, como un recuerdo nebuloso que se va aclarando poco a poco.
Ishome siempre ha rehuido cualquier clasificación rígida. En su sonido se adivinan ecos de techno minimalista, ambient, pop experimental y un toque de surrealismo heredado de la animación soviética. Sin embargo, bajo sus manos, todo se disuelve en algo más íntimo y subjetivo: una suerte de idioma de atmósferas y movimientos más que de géneros.
Fuera del estudio, Ishome ha llevado su música a escenarios europeos y rusos, con actuaciones en lugares tan emblemáticos como Berghain o festivales como Signal. También se ha dejado ver en Boiler Room y NTS, siempre mostrando una faceta multifacética que alcanza su máxima expresión bajo su alias más travieso, Shadowax, donde el caos lúdico reemplaza la introspección. Sus shows audiovisuales combinan música original, grabaciones improvisadas con móvil, collage digital y animación dibujada a mano, ampliando la dimensión onírica y directa de su obra.
Publicar Carpet Watcher hoy no es solo recuperar un disco que parecía perdido: es recibir una postal de un territorio interno que la artista sigue explorando. Más que un álbum, es una invitación a deambular sin prisa por un paisaje sonoro que se abre y se repliega como un sueño que se resiste a desaparecer.

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