Y el huracán Nicolas Jaar llegó a Madrid...

Crónica de su exitoso paso por Mondo en formato Dj set

Han pasado cinco años de la irrupción de Nicolas Jaar en la escena con su poderoso álbum debut Space Is Only Noise que lo situó en un olimpo de nuevos artistas emergentes que tenían otro tipo de discursos electrónicos más allá del House convencional. En aquel 2011 se dejó caer por la capital en un concierto para muy pocas personas en La Casa Encendida. Una jugada que repetiría el año pasado con Darkside, el tándem que formó con Dave Harrington y que terminó por exponer la figura de Jaar como uno de los mejores y más inquietos creadores de los últimos años. Sin embargo, en Madrid nunca se le ha visto su faceta en solitario en un Dj Set de los de toda la vida. De los que mueven a una pista de baile a altas horas de la madrugada. Mondo Disko, quizá el club con la programación más potente de la ciudad, se llevó al gato al agua con el productor de origen chileno y el pasado miércoles arrancó su mes para celebrar su XV Aniversario con una cita que para empezar no se vendían entradas en taquilla. Esa era la expectación. Todo anticipado, todo vendido.


Había ganas de Jaar, quizá por el hype que suponía, quizá porque la fiesta cayó en víspera de festivo, quizá porque la palabra aniversario tira mucho o por cualquier otra razón que se le escapa al que suscribe. Voy a ser sincero, la fama de este artista no pensaba que llegara a estos niveles en Madrid, que somos más clásicos en estas lides llenando hasta los topes fiestas con nombres más techneros y de toda la vida (léase Óscar Mulero, Surgeon etc). El resultado era que desde primera hora la Sala Cocó ya estaba engrasada y a pleno rendimiento como si fuera un jueves o sábado noche a las 4:00 AM.

A las 00:20 intentar acceder a una abarrotada pista de baile era todo un desafío. A la 01:30 los laterales de la sala también estaban en plena ebullición. Un reventón de aforo con un calor en el foso bailongo que recordaba a la antigua ubicación de esta famosa sesión. Y entre tanto agobio surgió un actor secundario que por poco no le roba el protagonismo a la estrella invitada. Y es que Valentin Stip no solo ejerció un estimulante warm-up sino que se marcó una sesión que supo tocar la fibra del respetable.

Stip es un artista que viene de Canada (aunque nacido en París) con estudios de piano que cambió las teclas por los platos. Pertenece a Other People, sello que creó Jaar y Harrington hace dos años, y su música es tremendamente variada. Desde tracks ambientales a otros mucho más pisteros. En Mondo estaba armado con un arsenal de vinilos en una maleta a lo largo donde podría caber un muerto. Y su set buceó en aguas House y Disco a una velocidad entre los 120 y los 125 BPM´s. Apenas tuvo que calentar al personal porque desde primera hora ya había ambientazo. Un hecho significativo es que no era ni la una de la madrugada y al pinchar 'I Feel Love' de Donna Summer el público enloqueció. Y no sería la primera vez. Un trabajo preciso, conciso y ejecutado a la perfección. Además el hombre se lo pasaba pipa y eso se transmitía al instante. El descubrimiento de la noche, sin duda.


Cuando Nicolas Jaar apareció por primera vez en cabina el ruido y alboroto fan que sacudió la sala pocas veces lo he visto en un club de electrónica. Y solo estaba colocando y encendiendo su laptop. Diez minutos después ya se puso a los mandos de la nave y la situación se repitió aún con más fuerza y vehemencia. Fenómeno fan puro y duro. Con ese empuje, y con un público totalmente rendido a su genio sin empezar a tocar un knob, ya tenía todo el camino hecho. Redujo la velocidad a unos 110-112 BPM´s y empezó a construir desde cero. Música sensual con un Slow-House salpicado de Soul y Jazz por todas partes, recurriendo a bandas clásicas americanas. Filtrando la música hasta el infinito y más allá para luego golpearte en el pecho con los subgraves. Y la gente encantada aunque el efecto efervescente iba menguando mientras incidía sobre ritmos suaves pero muy personales.

A priori estaba ofreciendo un set muy bien llevado en el que Jaar iba evolucionando y cada vez metiendo más presión y velocidad. Apretando las tuercas llegando a un cenit zapatillero y hasta con Ghetto-House que puso al público del revés. Si la sesión hubiera acabado en ese punto a las cuatro de la mañana, todos exhaustos y felices. Pero no, aún quedaba una hora y media y el invitado optó por un camino que a mí, particularmente, me sorprendió para mal.


En lugar de mantener esa energía creada -con la gente loca por la música para bailar desenfrenadamente- y ofrecer algo desenfadado que de una figura como Jaar realmente no te esperas, regresó a su zona de seguridad de beats lentos. Una involución que solo él se puede permitir ya que volvió a construir desde cero como si lo ofrecido antes no hubiera existido. Y claro, todo eso usando los mismos trucos a lo que sumaba subidas y bajadas de pitch sin ton ni son, con momentos de mestizaje musical cortando un bombo que hiciera moverte. Demasiado denso para esas horas, y lo que es peor, predecible. La consecuencia lógica de esto es desembocar en cierta desconexión y, por qué no decirlo, hastío. Bailas por inercia y por intentar engancharte pero uno miraba el reloj de reojo para que su parteniere volviera a cabina y animara la cosa, que en honor a la verdad, el propio Nicolás Jaar volvió a entonarse en los momentos finales de su actuación.

Con Valentín Stip de nuevo en cabina y con Jaar sin salir de ella, volvieron unos ritmos en tradición Tech-Housera como se entendía hace 15 años con mucho tribalismo y con hechuras canallescas. Stip pinchaba y Jaar lanzaba loops muy animados. Con la pista algo más despejada solo se podía rematar una noche de Zig-Zags musicales con baile puro y duro. Sin preguntas, sin valoraciones, sin preocupaciones. Solo diversión. Pero es inevitable pensar que Jaar en Dj set, que indiscutiblemente arrasó como un huracán,  deja la sensación que es mejor en cápsulas más pequeñas.

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